21 20 J U A N C A R L O S M O Y A N O O R T I Z A P R O X I M A C I Ó N A L A V I D A Y A L A O B R A D E O L G A D E A M A R A L ejer es un oficio que involucra aspectos esenciales de los seres humanos y de las culturas. En distintas épocas, en diferentes civilizaciones, ha permitido hablar de la granmetáfora cósmica del destino de los hombres y de su relación con los dioses. Para los indígenas koguis el hilo es el fundamento de la creación y tejer es una analogía de la vida. El hilo es el cordón umbilical que nos une a la gran madre; es, también, medida, tensión y contacto de las relaciones entre la gente y la naturaleza. Tejer es hablar con la madre, consigo mismo, meditar. El telar es un mapa del ser humano y del mundo, una planimetría del universo. Los cuatro lados del marco vertical son los puntos cardinales y la acción de tejer es la energía viviente que se recrea una y otra vez. Para buena parte de las cosmovisiones indígenas todo lo que existe está hecho a imagen y semejanza del tejido. En cierta forma figurada, el universo tiene aspecto de tapiz. Un verdadero tapiz, un objeto estético, es un pequeño universo. Tal vez por eso, para Olga de Amaral tejer es una búsqueda concreta de lo intangible, de lo que no se pue- de descifrar con palabras pero que está presente en las proporciones del arte. Se expresa con sus tapices sin desmentir la esencia del lenguaje textil y, sin embargo, ha poblado los tejidos con juegos cromáticos y planos insospechados que transgreden los convencionalismos de la tapicería tradicional. Su camino ha sido de hallazgos y experimentos, pero ha tenido el tino de evitar con justeza lo pintoresco y lo decorativo. Ha privilegiado la elocuencia del tejido elaborado desde perspectivas que enfatizan en la poética de las formas, en la fuerza de las texturas, en las abstracciones de la vida, en lo que aprehende la retina y transfor- man los sentidos, en aquello que configura la mente y ejecutan la destreza de las manos y la intuición artística: en la alquimia donde se depura la materia creativa. Ha practicado el tejido como apreciación del mundo. Su proceso artístico ha sido un continuo crecimiento, un camino de hallazgos y sutiles descubrimientos en el que la fibra —y sus posibilidades expresivas— ha sido la principal protagonista. Sus abuelos fueron antioqueños, descendientes de asturianos, y sus padres procedían de Andes y Yarumal, dos poblaciones aferradas a la montañosa to- pografía de un departamento colonizado con la terquedad de las raíces. Gente trabajadora, forjada en la batalla sin tregua por construir fincas, caminos y «Estas notas no tienen orden ni sistema. Simplemente trato de tomar el hilo en la mano y recorrer mi camino hacia atrás». arriba: Carolina Vélez de Ceballos, madre de Olga. página opuesta: Detalle de un manto elaborado por Carolina Vélez con retal de los primeros tejidos de Olga. página anterior derecha: Quebradas limpias y cristalinas, que formaban parte del paisaje y la vida de sus habitantes, aún descienden por los Andes colombianos.
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