81 80 J U A N C A R L O S M O Y A N O O R T I Z A P R O X I M A C I Ó N A L A V I D A Y A L A O B R A D E O L G A D E A M A R A L totalidad, evocación de Bosques , de raigambre, de tierra y de trazos que estallan y se concentran en la materialización del color. Las exposiciones eslabonan ciclos, presentan pe- ríodos, demarcan aspectos. Son inventarios, pruebas de confrontación, paraísos emocionales, llenos de plenitud y de vacío. Olga de Amaral ha expuesto en innumerables galerías y museos. Algunas muestras se destacan, son hitos y subrayan etapas, momentos claves, períodos determinados. En 1986 participa en la cuadragésima segunda Bienal de Venecia y en 1993 el Museo de Arte Moderno de Bogotá organiza una retrospectiva que hace una valoración del camino reco- rrido por la artista. En la década de los noventa suceden innumerables muestras y desplazamientos fuera de Colombia. El Museo Metropolitano de Nueva York exhibe la Alquimia XIII en su colección permanente y se llevan a cabo exposi- ciones retrospectivas en el Museo de la Tapicería Contemporánea, en Angers, Francia, donde presenta 53 obras, que resumen 40 años de trabajo incansable. De la misma manera sus tapices son colgados en museos textiles de Alemania y en galerías de Estados Unidos, Japón y Australia. Reconoce la importancia de la galería Allrich en San Francisco, California, y de la galería de Bellas Artes en Santa Fe, Nuevo México. Son nexos de afecto que han estado cerca de su labor en diversas etapas. Se podría afirmar que la consagración de la artista no mermó el potencial de sus búsquedas. En la vida regular, el taller de telas de los Amaral siguió fun- cionando, Jim continuó marcando su ruta paralela como artista y el hijo mayor aportó los primeros nietos: Valentina, Martín y Lorenzo. El árbol genealógico ha dado frutos en varias generaciones y ella ha trabajado sin tregua y ha conseguido protagonizar una vida prolífica que no cumple todavía sus últimos períodos. A finales de siglo dio un salto cualitativo, apoyada en el remoto pasado, sostenida en el futuro lejano, situada en el corazón del hombre contemporáneo, y realizó una serie de tapices-esculturas titulada Estelas. Una suerte demonumentos que recuerdan megalitos hieráticos, piedras verticales, de plata negra y oro tornaso- lado, como altares primordiales dedicados al misterio de la pequeña grandeza arriba: Sombrero ecuatoriano de felpa: lana tejida y golpeada sobre un molde. página opuesta: Umbr a 15, 1999 . «Por medio de los objetos he encontrado en mi vida puntos de unión con algo eterno y verdadero. Recuerdo que con mi primer sueldo le regalé a mamá un vaso en vidrio color oro y burbujas —un diseño sueco de ese momento—, y lo empaqué en una caja hermosa con una envoltura de papel oro. Todo mi amor por ella y la ilusión de darle una alegría estuvieron puestas en él. Cuando ella murió, el vaso volvió a mí».

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