7 La obra de Olga de Amaral que se presenta en esta exposición de Lima constituye una especie de compendio de los valores que han guiado su producción desde el comienzo, y son, por lo tanto, ampliamente representativos de sus convicciones y sensibilidad. Se trata de una obra que evidencian la insólita combinación de racionalidad e intuición que ha marcado el desarrollo de su quehacer artístico. Son tapices, además, que ponen de relieve un ejemplar acoplamiento con la arquitectura cuyos espacios reiteran dividen o energizan. Y son obras que hacen manifiesta la permanente experimentación de la artista con la estructura de sus piezas, gracias a la cual ha logrado conferirles un carácter abiertamente escultórico. Algunas de sus obras han sido elaboradas sin frente ni revés de manera que puedan internarse en los espacios de la vida, invitando al observador a recorrerlos alrededor y a disfrutarlos desde los más diversos puntos de vista. En buen número de estas obras, la artista ha partido de elementos tejidos previamente por las artesanas de un taller que ella dirige, los cuales conforman el soporte para sus planteamientos. Sobre ellos se ha aplicado laminilla o pan de oro, un material con importantes connotaciones en todas las culturas, pero en especial para las culturas colombiana y peruana puesto que no sólo está cargado con la memoria ancestral de los rituales aborígenes, sino que es el mismo utilizado por los artistas coloniales para cubrir la ornamentación de las iglesias haciendo centellear su arquitectura y llenando de resplandores sus espacios. Cada uno de los pequeños elementos pretejidos y dorados emite reflejos que convierten las superficies de estas piezas en verdaderas cascadas luminosas. Cada uno de ellos además, ha sido involucrado a la obra con una cierta orientación para que capte la luz de una particular manera y para que a través de sus destellos se comprenda la constitución y ordenamiento del tapiz, que es siempre resultado de un entrelazado diferente. Pero sus resplandores no sólo son determinantes en la presencia individual de cada pieza, sino que influyen igualmente en su relación con las demás obras de su tipo las cuales se presentan conformando una instalación donde el planteamiento estético no ha tenido que ceder terreno en aras de hacer claras sus motivaciones y propósitos. En muchas de sus obras hay también directas referencias al paisaje suramericano las cuales, unidas al carácter artesanal de los elementos base y al hecho de que el tejido sea una tradición femenina en nuestra cultura, enriquecen su producción suscitando reflexiones relativas a la identidad de la artista. Pero para llegar al fundamento de su obra y percibirla a plenitud es imposible aislarla de los raciocinios de la modernidad creativa. Su producción se halla estrechamente vinculada, en sus fundamentos y motivaciones, con el sentido del color impresionista, con la disposición hacia el ensamblaje del constructivismo, con el interés en las texturas del informalismo, con el rigor del arte geométrico, e inclusive con la apertura que ha significado el conceptualismo en relación con la intervención del artista en la ejecución física de las obras de arte. Para la Dirección Cultural del Ministerio de Relaciones Exteriores es un verdadero honor haber podido colaborar con esta exposición que permite compartir con el público del hermano país del Perú, el trabajo de una de las artistas más reconocidas y sobresalientes de Colombia. Eduardo Serrano Rueda Director de Asuntos Culturales Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia

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