E n torno a las E stelas R I C A R D O P A U - L L O S A Nueve—nudo de tres; tejido de mente, cuerpo y espí- ritu; síntesis curativa que nos atraviesa por el zero para retornarnos al uno—cuenta en las Estelas de Olga de Amaral, un grupo de formas diferenciadas, unidas solamente por la sustancia y la bifurcación de luz en sus superficies. Estas E stelas representan la culminación de la visión de una gran artista encon- trando su corazón Ahí pensando. ¶ En estas obras la retícula se ha hecho carne, acto que tiene sus raí- ces en las pinturas de Joaquín Torres-García, quien vio que los infinitos de la geometría eran como los del lenguaje, semióticos y existenciales, y no el zum- bido monótono de orbes numeradas por Dios tiritan- do en su música de encalle. Día y noche, oro y plata, balanceadas en la quilla de un galeón, dos caras que se conocen pero no pueden verse. Tal es el rito, do- cumento humano de las posibilidades divinas que nos son negadas, aunque no somos ni una cara ni la otra sino la orilla rota, la frontera sangrada. ¶ El even- to señalado en estas E stelas es el de la mente, cuer- po y espíritu entretejiéndose en el sencillo lengua- je dual de nuestra temida simetría encarnada en el en- cuentro de líneas y no en la llama de las formas—ir- regulares, territoriales, radicalmente libres como la sombra, la lujuria y la resignación.
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